El lungo Balsas clavó un golazo de cabeza sobre el final del partido y le dio el primer triunfo en el torneo al San Lorenzo de Ramón Díaz. En el festejo se fue a abrazar con el Pelado al banco. Cuidado que acelera el Falcon...
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San lorenzo - Racing
Hay virtudes que llevan a desdichas, tanto como virtudes que arrastran a la más linda de las victorias. Porque si un valor tuvo Racing, ese fue su paciencia. Un equipo que pasó de ser desordenado cuando se veía abajo, como en el torneo pasado, a otro capaz de controlarse en los peores momentos, como contra Boca. Sin embargo, ser calmo no ayuda a detener el reloj, y el que entendió que empujar sobre el final siempre es redituable fue el Falcon de Ramón.
Modesto fue este San Lorenzo que cayó al Cilindro. Con un sello combativo, con un Pulpito González desconectado, lejos de ser como Romagnoli. Minó la mitad de la cancha para que los cuatro del fondo no sufrieran, y después se preocupó por el arco de Fernández. Tampoco fue un mero fruto del destino que se pusiera arriba. Supo cómo había que jugarle a este rival de turno que venía embalado y mantenerse firme cuando estuvo en ventaja.
Sin ir más lejos, el gol de Pereyra -pelota esquinadísima en la que el Gatito no tuvo nada que ver- llegó en un momento en el que los de Boedo necesitaban un poco de aire. Enfrente, Giovanni Moreno buscaba hacerse cargo de los hilos y Juan Manuel Torres no le encontraba la vuelta. El Chaco le veía la espalda al colombiano que, tirándose a los costados, parecía que iba a encontrar profundidad en uno de esos pases con pie de algodón. Línea aparte para el penal que se morfó Baldassi: planchazo de Placente a Gio que pudo haber sido el 1-1.
Más allá de eso, el equipo de Russo nunca desesperó y, por eso, "Lugüeeeercio, Lugüeeeercio" mediante, llegó al empate. Bombazo del Payaso y la sensación de victoria al verde césped. Ir e ir e ir, esa era la cuestión. Pero sin profundidad, sin ser punzante, Racing se fue quedando. En una contra, fue avisado: ¡Alfaro engordó 20 kilos con el gol hecho que se lastró!
Al que espera, Dios no lo ayuda. Faltó decisión y, de a poquito, San Lorenzo se avivó de que apretar podría cerrarle un mejor negocio que el empate. Y en un aluvión de córners, un lungo de 1,97 metros se elevó para dejar sin chances a Fernández: Balsas te saca a flote.
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