Se impuso a Japón en los penales por 5-3, luego de que Komano desviara su remate, y se metió por primera vez en los cuartos de final de un Mundial. Habían empatado 0-0 tras 120 minutos. Hay cuatro sudamericanos entre los ocho mejores de Sudáfrica.
Un penal. Esa fue la diferencia entre Paraguay y Japón, que jugaron 120 minutos casi sin dominarse en Pretoria. Un penal errado por el defensor Komano se sumó a la precisión guaraní: cinco de cinco. Apenas eso alcanzó para que Sudamérica colocara cuatro selecciones en los cuartos de final. Las lágrimas del técnico argentino Gerardo Martino, que logró lo que no pudo conseguir su maestro Marcelo Bielsa con Chile, hablan del sufrimiento y del desahogo. No lo mereció más que Japón, pero Paraguay está en cuartos y espera a España o a Portugal para seguir haciendo historia en la Copa del Mundo.
Las emociones tardaron 20 minutos en llegar. Hasta entonces, Paraguay y Japón se estudiaron, chequearon los esquemas del rival. Se respetaron. Pero a los 20, Barrios se fabricó un espacio dentro del área y tocó al gol de derecha, pero tapó a medias el arquero Kawashima. Y 60 segundos después, un zapatazo desde 30 metros de Matsui encontró el travesaño.
Fue Paraguay el que comenzó lentamente a prevalecer en la pelea de la mitad de la cancha, con Ortigoza como eje y Vera y Riveros como laderos. El doble cinco propuesto por Japón, Abe-Hasebe, fue perdiendo presencia en el medio y quedó muy lejos de Matsui y de Honda, sus hombres más peligrosos. Enfrente, Barrios retrocedía para armar juego y Santa Cruz, no tan activo, era una amenaza.
El juego aéreo fue el recurso más utilizado por ambos equipos para intentar arrimar peligro. Lo tuvo Santa Cruz a los 28 en el rebote de un corner, pero su zurdazo salió cerca. Y lo tuvo Honda a los 39 tras una cesión desde la derecha; su disparo de zurda, mordido, tampoco encontró el arco. Sin goles, con absoluta paridad y demasiado respeto por el otro se consumió el primer tiempo.
La misma tónica prevaleció en el segundo. Insinuó algo más Paraguay de entrada y pudo ser de Ortigoza el primero, pero el volante de Argentinos fue bloqueado cuando remató. Parado con un 4-2-3-1, Japón mostró solvencia en el fondo con Tanaka, habilidad en Matsui y peligrosidad en Honda. Con eso y con un par de rápidas combinaciones ofensivas -siempre mal resueltas- le bastó para no ser menos que un equipo que buscó más profundidad con el ingreso de Haedo, pero que pagó la falta de un conductor en cada ataque.
El ajedrez planteado por los dos entrenadores encaminaba el partido hacia un irremediable empate. El duelo se quebraba por una pelota detenida o por un error individual, pero ni los paraguayos ganaron de arriba ni los japoneses fueron ingenuos como podía imaginarse. Igualdad sin goles y al tiempo extra.
Habrá tenido sus razones Martino para sacar a Ortigoza a los 30 (¿por qué no Vera?), pero sin él Paraguay careció de lucidez. Y ni siquiera logró arrimar riesgo con el tridente Barrios-Santa Cruz-Haedo. Japón, que había terminado dejando mejor imagen en los 90, se fue dejando empujar por su rival en el alargue. En un contexto por fin entretenido y vibrante, Paraguay tuvo cuatro chances de quebrar el juego gracias al empuje de Barreto y las proyecciones de Morel. Haedo en la más clara, dos veces Barrios y una el propio Barreto pudieron desnivelar en la primera parte de la prórroga.
Los 15 finales encontraron a los preocupados en no despedirse antes de tiempo. Y en los penales, Paraguay fue infalible y acertó los cinco. El travesaño le negó a Komano el suyo y a Japón un logro histórico. Pasó Paraguay apenas por un penal, pero pasó. ¿Quién le quita el derecho a festejar?
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